Hay bienes que son indispensables para la humanidad, bienes que la mayorĆa de las veces solo son textos escritos en tinta deleble en algunos paĆses, en algunos estados, en algunos nĆŗcleos de poblaciĆ³n; deleble, porque de camino desde donde se escriben hasta el paĆs que los tienen que poner en prĆ”ctica, se borran.
En muchos paĆses brillan por su ausencia cosas tan normales para nosotros como:
El derecho a la paz, el derecho a la educaciĆ³n, el derecho a la sanidad, carecen de justicia social, de justicia legal.
El derecho a ser iguales, a la no existencia de esclavos o a una denigrante servidumbre; el derecho a no ser maltratado o sometido a torturas.
El ser todos iguales ante la ley, tener protecciĆ³n jurĆdica, y estar protegidos ante cualquier infracciĆ³n a esta declaraciĆ³n.
¿CuĆ”ntos, de verdad, pueden acceder a disfrutar de estos derechos humanos?
¿Nosotros los de los paĆses "civilizados"?
Y...
¿CuĆ”ntos se quedan fuera?
Si en un paĆs como EspaƱa, derechos fundamentales se arrojan por la cisterna del inodoro y se tira de la cadena, que podrĆ” ser en una naciĆ³n, paĆs, tribu, comunidad o aldea que no respete ninguno.
Bienes de la humanidad, que para cada persona en el mundo, para cada uno de los 7.625 millones de personas que viven por aquĆ, significa una cosa.
Para algunos serƔn mƔs importantes unas cosas y para otros otras; algunos disfrutarƔn de mƔs y otros de menos, pero hay una regla nemotƩcnica, un mantra, una frase que debe resumir para todo el mundo lo que debe ser un bien indispensable para la humanidad.
"El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al mƔximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demƔs".
Foto extraĆda de la pĆ”gina: fucsia.com |
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