Hay gente que no le gusta preguntar cosas, dicen que molestan, que son demasiado puntillosos, y a otro tipo de gente que le gusta preguntar hasta la hora teniendo un reloj unido a su muñeca.
Hay muchos que por no preguntar meten la pata hasta el corvejón (que es la articulación por donde dobla la pata trasera un equino); no se asesoran, no se informan, y al final... ¡Zas, el fracaso!
Cuando no sepas hacer algo, bien hecho, lo mejor es informarte, y si no tienes donde informarte, preguntar a los que lo hacen genial, no bien, sino genial.
Mi antiguo jefe y amigo, Germán, cuando yo no sabía cómo hacer algo me decía:
- Coge la normativa, te la lees y hazlo; si después de eso no sabes hacerlo, me lo dices y te lo explico; y bien que aprendí casi todo lo necesario para desarrollar mi profesión relativamente bien.
Los hijos a los padres les deben preguntar, informarse y después tomar las decisiones oportunas pero con un amplio punto de vista.
Los gobernantes también deberían preguntar a los que saben de las cuestiones que se les presentan; preguntar, informarse correctamente, y después tomar las decisiones baremando siempre el bien de la comunidad que rigen excluyendo ideologías, intereses ocultos, o búsqueda de votos.
Lo mismo pasa en el trabajo, como ya he comentado antes en el anécdota de Germán.
No por preguntar es uno más inferior, más inculto, o más ignorante que otro ni mucho menos, nadie nace sabiendo, nadie es docto en todas las materias que pululan en este universo; todos, en algún momento de nuestra vida, hemos tenido la necesidad de preguntar; yo pregunto al carpintero, al fontanero, al electricista, al pintor, al albañil, todo con la intención de aprender, aprender y aprender.
Y al final, lo que aprendas, es lo único que no te podrán quitar.
"Pregunta lo que no sepas y pasarás por tonto unos minutos, no lo preguntes y serás tonto toda la vida".
![]() |
Foto extraída de la página: formasformacion.com |
No hay comentarios:
Publicar un comentario